Nuestro estado de ánimo forma parte del concepto actual de salud. Muchas veces es aconsejable y adecuada la práctica deportiva, la realización de algún tipo de actividad física, simplemente por sus beneficios a nivel emocional: el deporte hace que "nos veamos mejor" y que "nos sintamos mejor". Las personas que no practican ningún deporte ni hacen ejercicio físico tienen tendencia a presentar flacidez, se sienten pesadas y eso les hace a menudo sentirse incapaces de realizar determinadas tareas cotidianas.
Por otra parte, la actividad física es beneficiosa para prevenir la aparición de determinadas enfermedades crónicas muy presentes en nuestro entorno (hipertensión, diabetes, ateroesclerosis, etc).
Es también útil como parte de lo que entendemos como tratamiento precoz de estas enfermedades, ayudando a controlar su progresión y mejorando la calidad de vida de estas personas, ya que mejora por ejemplo la sensación de bienestar físico y psíquico y tiene efectos sobre la recuperación.
Por ello tan recomendable es abandonar el sedentarismo como saludable es practicar ejercicio físico. El sobreesfuerzo físico que representa el inicio de un programa de actividad física regular para una persona que no está acostumbrada a ello debe ser tenido en cuenta nutricionalmente, porque si aumentamos nuestro nivel de actividad, aumentamos el consumo de nutrientes y deberemos reponerlos adecuadamente mediante la alimentación.
A través de una alimentación variada y equilibrada es fácil que consigamos niveles óptimos de todos los Minerales que el organismo necesita, pero determinadas situaciones pueden conducir a deficiencias de alguno de ellos: por ejemplo a veces disminuimos la ingesta de nutrientes porque decidimos seguir regímenes dietéticos calóricamente restrictivos, porque nuestra dieta es monótona y poco variada, por la pérdida de apetito ante determinadas circunstancias físicas o psicológicas, etc.
A veces, determinadas épocas de acelerada actividad intelectual (estudiantes, estrés laboral, etc) coinciden con otros problemas como el insomnio y las prisas. Necesitamos entonces más que nunca Minerales, para conseguir y mantener un óptimo estado de vitalidad, físico y mental, que nos permita aguantar el desgaste de la vida cotidiana y el fuerte ritmo de vida actual.
El rendimiento intelectual necesita Minerales.